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REFORMA TRIBUTARIA. Un sapo más

Prometieron recaudar 50 billones de pesos gravando a los más ricos y hoy la realidad es que serán un poco menos de 25 billones gravando también a la clase media. Eliminarían el 4 por mil, hoy como gobierno plantean que “no es posible reemplazar ese impuesto”; se esperaba que las iglesias tributaran, una promesa que no existió por parte de Petro, pero que muchos jóvenes y mujeres  que votaron por él creían ingenuamente que pasaría; eliminarían exenciones, pero han valido más las presiones parlamentarias y grupos de poder que la lógica tributaria para pasar los privilegios de unos a otros y así se van incumpliendo las expectativas de los ciudadanos que sin refutar, replicaban en un fanatismo irracional propuestas evidentemente incumplibles. Por menos, el país se movilizó en el 2021. 

A un año largo de las manifestaciones conocidas como “estallido social”, vale la pena recordar las motivaciones de miles de ciudadanos de clase media que nos movilizamos antes del vandalismo, bloqueos y violencia que desdibujaron la protesta:  parte de los colombianos estábamos indignados con la reforma tributaria propuesta por el gobierno en medio de escándalos de corrupción y un gobierno en función de amiguismos. Año tras año somos testigos pasivos de las exenciones “justificadas” en criterios más políticos que técnicos y de la elusión y evasión que buscan minimizar el pago de impuestos usando herramientas legales -no éticas- e ilegales sin que se evidencie un esfuerzo del gobierno para limitar y sancionar dichas prácticas. 

¡Estábamos indignados y sigue latente! No es para menos. Como parte de la clase media que sostiene mayoritariamente el sistema tributario, lo menos que espero es que los esfuerzos por realizar una reforma tributaria estructural y necesaria para la inversión pública, sea asumida de manera EQUITATIVA y TRANSPARENTE por todos los colombianos, incluidos sectores como las iglesias. En este contexto y ante una inminente reforma tributaria que será asumida de manera condescendiente – un sapo más- por quienes en el pasado incendiaron el país, vale la pena hacer un llamado para que el esfuerzo por una mayor tributación sea respaldado por estrategias claras de lucha contra la corrupción. Estrategias que desde la campaña electoral del presidente Petro han brillado por su ausencia.  

Quienes somos responsables con el pago de impuestos y entendemos la función social de la cultura tributaria, lo mínimo que esperamos es transparencia y justicia en la contribución.  La base de un sistema tributario justo y fortalecido, no solo debe generar confianza en el retorno de la inversión pública -atributo afectado por la corrupción-, sino que debe tener la capacidad de detectar y responder ante aquellos que no cumplen con las leyes, eluden y avaden, aplicando mecanismos de sanción social, legal y cobranza coactiva. 

LINA MARIA ARAGO DÁVILA 
Asesora en gobernanza, transparencia y construcción de paz.
IG Linaarangoejecafetero  TWITTER @linamariaarango

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